Dentro de las cintas de corte internacional que han llegado a Sanfic, el festival organizado por Fundación CorpArtes y producido por Storyboard Media, tenemos la polaca “Corpus Christi”, la película máss popular en ese país que le valió una decena de premios.
Esta es la tercera película del director Jan Komasa y es protagonizada por Bartosz Bielenia, en un drama intenso y perturbador, además de provocador al unir en un mismo lugar a dos potentes polos opuestos.
Están presentes los clásicos elementos de un thriller: tensión agonizante, un aire de constante perdición y el sentido de que cualquier cosa puede pasar en cualquier momento para traer caos y ruina. Pero estas cualidades se unen no alrededor de cuestiones de espionaje, crimen violento o robos de alta gama, sino frente a ideas que son inequívocamente filosóficas.
¿Cuál es la naturaleza del pecado, de las creencias? ¿Qué necesidades profundas llena la religión y cómo lo hace para satisfacerlas? Y por sobre todo, la pregunta más importante de todas: ¿Quién tiene el derecho de hablar en nombre de dios?
En medio de ese particular círculo entre el thriller y el dilema moral, hay una inquietante película que está muy segura de sí misma, una película con secretos y mentiras, ira e hipocresía, una película donde nada pasa como sus protagonistas lo esperan.
Basada en hechos reales, como muchas películas hoy en día, “Corpus Christi” cambia las convenciones en cómo su protagonista, Daniel de 20 años (Bartosz Bielenia), es presentado, luciendo como una fría y cadavérica ave de presa mientras hace de vigía para una brutal golpiza al interior de un centro de detención juvenil.
Daniel es afortunado, va a salir bajo libertad condicional, a pesar de que se siente frustrado de que la condición para ello sea que trabaje un aserradero ubicado en una pequeña localidad al otro extremo del país.
Como lo demuestra una escena en la que asiste al poco convencional Padre Tomasz (Lukasz Simlat), durante la misma católica en el centro de detención, Daniel ha abrazado la religión durante su tiempo en el encierro, e incluso se ha hecho de una camisa con un cuello clerical y se siente molesto de que su pasado criminal le impida poder entrar al seminario para transformarse en sacerdote.
“Hay muchas formas de hacer el bien en la vida” dice el sacerdote, intentando consolarlo, sin pensar en las peripecias en las que Daniel se verá envuelto.
Haciendo una parada en la iglesia del pueblo en su camino al aserradero, Daniel entabla conversación con una joven llamada Marta (Eliza Rycembel) y casi como un capricho, le indica que él es sacerdote y le muestra la camisa clerical que obtuvo para demostrarlo.
Pero para la sorpresa de Daniel, todos le creen, incluida la madre de Marta, Lydia (Aleksandra Konieczna), la cuidadora del alcohólico sacerdote local, el cual se ve incapacitado y debe dejar el puedo temporalmente, dejando al joven sacerdote a cargo de sus labores eclesiásticas.
Por su parte, Daniel está aterrorizado y emocionado. Pero desde los inicios, tomando confesión con instrucciones sacadas de Google y dando como penitencia a una madre salir a andar en bicicleta con su hijo problemático, una cosa empieza a quedar muy clara.
Por inusual que parezca, los instintos de Daniel sobre él mismo están correctos. Este joven tiene un llamado genuino, una manera de entender a las personas y de intentar ayudarlas con sus vidas a través de la religión, lo que parece ser muy efectivo, a pesar de lo poco convencional de sus maneras.
A pesar de tener que lidiar con un constante conflicto entre sus ganas de ayudar y su temor a ser descubierto, Daniel, interpretado con una atrapante intensidad por Bielenia, muestra un crecimiento dentro de su vocación.
Al mirar a las familias felices congregadas en la iglesia un domingo para el bautismo, Daniel grita espontáneo: “El reino de los cielos está en la tierra, está aquí y ahora” y su público responde con aplausos emocionados.
Daniel se ve también involucrado en una crisis local, en los amargos hechos posteriores de un accidente de auto que terminó con la vida de siete personas, todos jóvenes del pueblo que viajaban en un mismo auto y que ha generado rencillas dentro de los habitantes.
Escrita expertamente por Mateusz Pacewicz, dirigida con tacto por Komasa y llena de giros y sorpresas, “Corpus Christi” es atrapante hasta su escena final. La entretenida narrativa llena de poderosas decisiones morales es simplemente imperdible.