Dentro de las cintas de corte internacional que han llegado a Sanfic, el festival organizado por Fundación CorpArtes y producido por Storyboard Media, tenemos la alemana “Relativity” (“Mein Ende. Dein Anfang.” en su idioma original), una película que nos hace cuestionarnos el tiempo y las casualidades.
La cajera de un supermercado se ve enfrentada con una tragedia que altera toda su vida, en esta película donde todo está conectado y donde las parejas, decisiones y caminos a tomar están destinados. El director y escritor Mariko Minoguchi nos entrega una película anhelante e imaginaria, esto gracias, en gran medida, a su protagonista, Saskia Rosendahl, quien también ofrece una significativa profundidad emocional.
“Relativity” entrega bastantes indirectas de que el tiempo quizás no es tan lineal como creemos. El estudiante de física Aron (Julius Feldmeier) lo plantea en la primera escena de la película. “Relativity” nos muestra cómo ciertas sensaciones que podemos tener de deja vu o familiaridad, pueden ser indicios de que efectivamente ya hemos vivido ciertos momentos o conocido a ciertas personas. Esta será la premisa de la depende esta película, pero que tendremos que saber comprender durante los varios giros y cambios de su primera media hora.
Aron es un convencido de que él y su pareja Nora (Rosendahl), estaban destinados a conocerse, mientras que ella opina que fue sólo casualidad, pero luego de que Aron fallece durante el robo a un banco, Nora se verá enfrentada a esta yuxtaposición durante toda la película. En estas circunstancias es que Nora conoce a Natan (Edin Hasanovic), quien se aparece en su vida en los momentos más inesperados, de la misma forma en que Aron lo hizo en vida.
“Relativity” se divide entre las historias de Nora y Natan, ambos paralelamente con sus propias tragedias y tribulaciones personales. Mientras la película cambia entre estas dos perspectivas, el guión nos trae un truco bajo la manga, aunque este es el punto menos interesante de esta película. Cuando los recuerdos de Nora comienzan a enredarse con su realidad, nos muestra la naturaleza escurridiza del tiempo, donde las experiencias pasadas parecen ecos en cada esquina, sobretodo cuando están alimentadas por la pena.
La película hace un buen trabajo alineando al espectador con los pensamientos y sentimientos de Nora, mediante imágenes que evocan y un ritmo bien llevado. Cuando el presente salta al pasado, la película fluye tranquilamente, permitiendo que la audiencia vaya al tiempo entendiendo lo que están viendo. Finalmente, añadiendo una nueva textura a su riqueza visual cuando la historia nos mueve a su conclusión previsible.
A pesar de que la protagonista se roba la película, tanto Feldmeier como Hasanovic entregan honestidad en sus respectivos polos opuestos de personalidad, uno relajado y esperanzado y el otro preocupado y emocional. Los tres protagonistas llevan esta cinta que a su vez llevará al espectador a un viaje emocional que los hará cuestionar todo lo que dan por hecho y creen saber.