“Cyrano de Bergerac” es la obra de teatro francesa más famosa de todos los tiempos y sostiene el récord de la obra más longeva sobre los escenarios, ha sido reproducida incontables veces y su personaje principal es todo un ícono.
Es con este trasfondo que llegamos a “Cyrano Mon Amour” (“Edmond” en su idioma original), la cual nos presenta una reinterpretación de como se ideó, produjo y montó por primera vez la famosa obra de teatro en el París de 1897.
En “Cyrano Mon Amour” nuestro héroe es Edmond Rostand (Thomas Solivérès) un joven escritor de teatro lleno de deudas y fracasos en los escenarios. Basándose en hechos de su vida y tomando inspiración en la relación amorosa de su amigo y actor Léo (Tom Leeb), Edmond tiene frente a él la ardua tarea de escribir y montar la obra “Cyrano de Bergerac” en sólo tres semanas, coaccionado por el conocido actor Constant Coquelin (Olivier Gourmet).
Una película con una fuerte base de comedia, la cual se transmite de manera impecable a través de sus actores, el tímido Edmond, el inocente Léo y el extrovertido Coquelin, hacen que la audiencia se enamore de ellos. Esta es una clásica comedia de enredos, donde los protagonistas tendrán que sobrellevarlos de manera increíble para poder lograr su objetivo final. Queda más que claro que lo logran, pero el camino que toman para ello es el encanto de esta película.
Apoyada por una música increíble, que hace de telón de fondo para la disparatada historia, “Cyrano Mon Amour” también se ve espectacular con un buenísimo montaje del París de fines del 1800 con Moulin Rouge incluido. Todo esto sumado a un trabajo de cámaras que se deslizan y caen en picada, dándole un dinamismo excelente a cada escena, a pesar de ser una película de diálogos extensos y muchos de ellos en prosa.
Si quieren salirse de la norma del cine hollywoodense, “Cyrano Mon Amour” es una excelente opción, no para toda la familia, pero sí para un público amplio. Entretiene, hace reír y deja un buen sentimiento con el esperado final.