Durante el mes de marzo, el sello Puck de Ediciones Urano nos trajo A la caza del príncipe Drácula, la continuación de A la caza de Jack el Destripador, trasladando al dúo de Audrey Rose y Thomas a Rumania, donde ambos perfeccionaran sus estudios en la medicina forense en la Academia de Medicina y Ciencias Forenses en el castillo del temido y legendario Vlad El Empalador.
Los monstruos son tan reales como las historias que le dan vida. Y sólo vivirán mientras nosotros contemos esas historias
Este segundo libro retoma la historia poco tiempo después del final de A la caza de Jack el Destripador y nos ubica en el viaje que realiza estos estudiantes forenses a una importante academia para perfeccionar sus conocimientos. Lo que no esperaban era encontrarse en la escena de un asesinato y que dicha muerte estuviera conectada con la academia a la que se dirigen.
Así, seremos parte de la investigación por la búsqueda del responsable de estos crímenes que, a primera vista, pareciera ser cometidos por el temido Vlad ante el mismo método de asesinato.
A diferencia del libro anterior, donde el misterio sobre quién era el asesino nunca se sintió como una verdadera interrogante, A la caza del príncipe Drácula si lo logra, pues cada uno de sus personajes podría tener el motivo para ser quien comete los asesinatos. Audrey Rose es quien saca adelante la investigación, pese a los estragos que dejó el descubrimiento de quien era Jack el Destripador, sin embargo, aún hay algunas inconsistencias en el personaje, por ejemplo cuando lo único que le preocupa en momentos complejos de persecución o formulación de hipótesis, se desconcentra pensando en vestidos y el decoro en medio de estos. Pese a ello, tiene una buena caracterización en general, y también ya no se trata de Audrey Rose siendo la única mujer rescatable. Por el contrario, cada uno de los personajes femeninos se encuentra potenciado y representan una fuerza a tener en cuenta a medida que leemos.
Como siempre, el trabajo de documentación que realiza la autora está muy bien hecho e incluso aquellos que detalles que han de ser cambiados son aclarados al final del libro. Además las imágenes que incorpora durante la lectura funcionan bastante bien para hacer la imagen mental sobre lo que estamos leyendo, lo que se suma a la descripción de ambiente que logra evocar esa aura gótica que trae consigo el uso de Drácula como recurso.
Uno de los problemas que tiene el libro es lo servicial que resulta para la trama algunas revelaciones, más de una vez hay verdades que se nota que están diseñadas para que el desarrollo vaya avanzando y pueda despistar al lector. En este sentido, aún queda pendiente mejorar la naturalidad de algunos giros, sin embargo, Maniscalco mejora bastante en algunas partes.
Como dato extra, esta edición incluye la correspondencia que comparte Thomas con su hermana Daciana mientras investigaba el caso de Jack el Destripador, cada una de ellas sirve para entender algunas de las actitudes que él tenía y también darle algo de profundidad al personaje, y que durante A la caza del príncipe Drácula, lograremos conocer más de su pasado.
“¿Y si?” Eran las dos palabras más trágicas de la existencia cuando se pronunciaban juntas. “Si tan sólo hubiera” no eran mejores.
A la caza del príncipe Drácula es el siguiente paso en la saga que usa la ciencia y la muerte como su principal atractivo y que, tras su introducción un tanto floja, mejora considerablemente y deja la puerta abierta para seguir las aventuras de sus protagonistas, pese al trabajo que le queda pendiente a su autora de seguir mejorando.