Hay películas que pueden tener un excelente elenco, una fotografía impecable y un argumento simple pero que consigue que el espectador se mantenga atento a lo que sucede y como se resuelve el conflicto. Sin embargo, estos elementos no bastan en Frankie, una película que deja muchas preguntas sin responder y que se queda en lo que pudo haber sido.
Dispersa podría ser una palabra para definir esta cinta y que llega a cines chilenos para mostrarnos a Frankie, una reconocida actriz que persuade a su familia para realizar un viaje y ser una oportunidad de recompensar las maltrechas relaciones entre ellos, pues a ella no le queda mucho tiempo de vida.
La premisa en general es una a la que ya estamos familiarizados. Sin embargo, Frankie sorprende al tejer una cantidad considerable de subtramas y conflictos emocionales por cada uno de los personajes que se nos presenta. Esta idea, no obstante, no prospera como podría haberlo hecho, dado que durante la primera mitad la cinta solo va dando información que pareciera no tener mucha relación hasta casi el final, cuando algunos puntos se van conectando.
Las actuaciones funcionan. Sin embargo, los personajes aparecen en pantalla como pinceladas de lo que pudo haber sido, la base de un conflicto emocional sólido que pudiera fomentar la potencia dramática se hacía presente, mas todo quedaba subordinado al trabajo que realiza Isabelle Huppert como Frankie, un personaje carismático pero que se encuentra resignada ante la muerte cercana, y que por cierto, su conflicto se resumía a su intención de resolver el de otros.
Pero no todo está perdido en Frankie. El uso del plano general nos permitió dar cuenta de un gran trabajo a nivel fotografía en términos de composición y de luminosidad, ya que hay un equilibrio entre ambos de una manera atractiva y que contribuye al tono de lo que estamos viendo.
Llegando al final, nos encontramos con un cierre abrupto pero que refleja bien lo que hemos visto a lo largo de los 98 minutos de película, poniendo de una forma más sutil los distintos conflictos que conforman Frankie, pero sin responder a ninguno, sino que más bien dejándolo a la imaginación del espectador, para que fuera éste quien termine la película. Un recurso que puede servir, pero que quizás no era el adecuado para la cinta.
Frankie es una película ejecutada a lo mínimo, pese a contar con un gran elenco y el tratamiento de temas tan cercanos que pudieran implicar al espectador como los problemas familiares, la enfermedad y el romance. Una cinta que avanza de una manera plana para culminar con una última secuencia que nos deja con signo de pregunta ante la falta de un cierre absoluto ante lo que hemos visto antes.