Entre las nominadas a mejor libro de fantasía del 2019 en la plataforma de Goodreads, El priorato del naranjo parte de un mundo nuevo con una apuesta por los dragones, la magia y la política frente a una amenaza que podría significar el final para todos, pero que ajeno a lo que el argumento nos trae, profundiza más en la política de una corte que mira con recelo la falta de una heredera, en los caprichos de la nobleza y sólo unas escenas de estas legendarias criaturas.
Tras cada trono hay un sirviente enmascarado que sólo busca convertir en marioneta a quien se siente en él.
Antes de empezar es necesario reconocer la capacidad de Samantha Shannon de construir este mundo partiendo casi de cero, desde las distintas cosmovisiones que se enfrentan hasta cada rincón del territorio comprendido en El priorato del naranjo. Un trabajo que en definitiva no es fácil, pero que en el libro se muestra cohesionado y muy bien elaborado.
Así, entre las leyendas que dan paso a las formas de pensar en las distintas regiones hasta la descripción del ambiente facilita que la historia en cuanto a la acción de sus personajes quede subrogado a los elementos antes señalados.
La historia nos lleva a través de la amenaza del despertar de “El innombrable”, un dragón que mil años antes casi arrasó con la tierra, pero una princesa logró vencerlo y de acuerdo con la profecía, mientras la casa de Berethnet siguiera con su dinastía mantendría el reino de Inys a salvo de la destrucción.
El libro se narra en tercera persona desde la perspectiva de a lo menos cuatro personajes. Por un lado está Ead, una joven enviada desde el Priorato, una pueblo de hechiceras cuyos poderes proveniente del fruto del naranjo, y que se encuentra en la corte de Inys para proteger a la reina Sabran; Loth, el mejor amigo de Sabran enviado a modo de exilio a espiar a una de las naciones que se rebeló contra el reino de las virtudes (al que pertenece o es Inys); Tané, una joven que aspira a transformarse en jinete de dragón; y Niclays, un doctor y alquimista que persigue el elixir que otorgue la inmortalidad.
En este primer punto encontramos un bache en la lectura, son tantas las perspectivas de estos personajes que la autora ahonda demasiado en la presentación de este mundo, al menos las primeras 250 páginas tratan de esto y muchas veces se podría haber resumido. Asimismo, algunos personajes que quizás no son tan necesarios toman más protagonismo que aquellos que al final resultan ser trascendentales, como fue el caso de Niclays, quien tiene mucho espacio a diferencia de Tané, que la vemos al principio y luego pasan más de la mitad del libro antes de volver a leerla, algo que no se condice mucho la importancia que adquiere en las ultimas páginas.
La acción se hace esperar mucho y todo apunta a que la trama se centrara en los cotilleos y la conspiración que hay en la corte de Sabran, gran parte del libro transcurre en la investigación de quien está detrás de la muerte de la reina madre y quién desea hacerse con el trono. Los dragones poco aparecen en escena y cuando lo hacen apenas tiene espacio para ser protagonistas de estos momentos, solo en las últimas páginas se percibe el argumento original pero la solución se da demasiado rápido, la escena en la que todo cambia se le da una pincelada con un resumen de lo que pasó.
El priorato del naranjo se transforma en una doble articulación, por un lado, con una ambientación y desarrollo en cuanto a la interpretación de los mitos, la idea de que se ve lo que se quiere ver y también el poderío de sus personajes femeninos, un aspecto que desde los últimos años se ha empezado a dar. Sin embargo, es el tipo de historia que podríamos definir como pasiva, quizás recomendable para quienes disfrutan de una construcción minuciosa de los orígenes y del ambiente, puesto que la acción se le trata de posicionar como hechos trascendentales, pero que en su relación con los otros elementos apenas tiene peso y se siente muy ligera.
Un detalle extra es el nombre, habitualmente estos siempre van de la mano con la importancia tienen en el desarrollo de la historia, en este caso, el libro queda en deuda con el tema del Priorato y el fruto del naranjo y quizás eso puede jugar en contra.
Le gritó a la oscuridad en la que estaba sumido y la oscuridad le devolvió el grito
El priorato del naranjo es un libro que a pesar de su extensión deja cabos sueltos con un final que ni siquiera se siente como tal. Una historia que a primera vista parece tener los mejores elementos del género, pero cuyo desarrollo entrampa al lector en un bucle continuo de hoja tras hojas con más 800 páginas en un relato rítmicamente desigual, cuyo fuerte recae en la descripción sobre la acción prometida.