Ébano llega con el final de la bilogía Enfrentados de Mercedes Ron, una historia que prometía romance prohibido en un mundo de peligros, pero que en esta entrega se aleja de lo que fue Marfil y nos lleva en la dirección contraria e inesperada.
Sentía que algo amenazaba con llevarse todo lo que me definía: era como si me hubiesen metido en el cuerpo de otra persona, en la vida de alguien ajeno a mí misma.
La segunda parte de Enfrentados retoma justo donde lo dejó Marfil y nos adentra en una historia oscura con “peligros” (así definido por la autora) que en realidad nos mueve por un camino de temas crudos: abusos, violencia, tráfico, machismo. Si bien la historia sigue la línea de lo que está pasando con Marfil, da la impresión de que este libro está muy lejos de lo que fue el primer libro con un tono y una estructura muy distinta.
De partida, este libro se concentra mucho en Marfil y son pocos los capítulos de Sebastián, apenas un par en el que trata de contarnos un poco de sus orígenes y explicarnos por qué hace lo que hace, pero más allá de eso, su perspectiva es más la de un observador a diferencia del libro anterior, y que además daba la impresión de que este libro mostraría más de él por cierta referencia que se hace en Marfil. Las revelaciones se podían anticipar desde casi el segundo capítulo de Marfil y muchos de los “giros” fueron demasiado convenientes para la trama. Se notó mucho que el propósito era generar suspenso, porque no salieron tan naturales.
Muchos de los temas en los que se sustenta el libro son complejos de tratar y da la impresión de que la autora trata de darles un buen tratamiento, pero cayó en subordinarlo a la manera en que Marfil se siente por Sebastián y viceversa. La protagonista sufre algo traumático y se nota que Ron quiere mostrarnos a una protagonista fuerte pero nuevamente vuelve a darle importancia a los sentimientos que ella tiene por Sebastian, en lugar de tratar como va superando lo que sucede, algo que sería mucho más correcto y verosímil.
El final es bueno, aunque en algunos puntos la narración cae en reiteraciones o en alabanzas a las habilidades de Sebastián. Sin embargo, hay un buen ritmo allí y se nota que es un cierre. Ahora bien, las páginas posteriores, en lo que vendría a ser “después de..”, Ron nos vuelve a plantar la semilla de la intriga, para resolverla en la página siguiente en apenas un párrafo y luego seguir contándonos la nueva vida de Marfil y Sebastián. Nada bien allí.
Pero la mente y el corazón no circulan por la misma carretera
Ébano termina la bilogía Enfrentados pero con un camino totalmente distinto en estructura y tono con respecto a Marfil. La autora utiliza temas complejos que podrían haber sido un aporte, pero quedan en puntos suspensivos y hace un cierre que parecía ser adecuado, pero que con la intención de generar intriga, agrega una situación que no era necesaria y que bien se podía resolver con el epílogo.