La segunda novela de Teresa Driscoll, La amiga, llega de la mano de Editorial Océano con una historia de intrigas que arranca con una pregunta que promete resolverse a lo largo del libro, pero cuyo desarrollo se queda a medio camino con hechos que decaen mientras nos llevan a una respuesta con gusto a poco.
Me hizo ser consciente de nuevo de esa rara e inesperada mezcla de sentimientos: curiosidad y algo extraño. Algo que, en ese momento no sabía que decir que era.
La historia que nos trae Driscoll parte contándonos la desesperación de Sophie, nuestra protagonista, tratando de llegar al hospital en el que se encuentra su hijo y el amigo de éste, sin saber cual de los dos se encuentra en peores condiciones. El desconocimiento del por qué han terminado allí es parte de la pregunta principal del libro y tras ese inicio, la autora nos tratará de dar la respuestas moviéndose entre el pasado y presente, mayoritariamente con flashbacks.
Esta estructura de tiempo si bien se justifica como elemento para generar mayor intriga, en realidad resulta un poco tedioso ante los cambios que hace en el tiempo y lo poco que va aportando a la trama. De esta forma, el relato se va dando lentamente, algo que si bien puede ser aceptado como una manera de explicar más la situación, había muy poca acción en cada capítulo, por lo que por momentos daban ganas de dejar el libro.
Pero siempre se tiene esperanza de encontrar aquel punto destacable y eso es la caracterización de sus personajes.
Descartado el estilo de escritura de la autora, la fortaleza de este libro radica en sus personajes los que se encuentran bien definidos en términos de motivo-actuar-consecuencia, cada uno halla su forma de hacer su propio peso en el relato y de complementarse en sus roles.
El libro bordea lo que es el thriller psicológico y esto podría explicar en parte la poca acción, ya que éste se da en su mayoría en mostrar cómo se establece la amistad entre Sophie y Emma, la recién llegada al pueblo, pero en el momento clave, en el punto de inflexión, quedamos en el mismo principio.
Continuamos en una línea de una acción débil, y si bien las consecuencias de esta revelación son importantes, y la construcción del momento esté estructuralmente correcta, sigue con un ritmo plano hasta el final, el que no logra sorprender, sino que es aceptado como un simple hecho. No hay impacto, no hay shock… solo ocurre.
El epílogo, por su parte, pudo haber tenido más potencial al haberse hecho con más diálogos en lugar de solo narrar hechos, ya que el lector viene de una lectura lenta, con un suspenso casi inexistente y lejos de rematar la historia, termina siendo nada más que un par de páginas extras.
La lección y la horrible consecuencia que sacó de todo esto es que debo aprender a vivir con ello yo sola. Es quien soy ahora.
La amiga es un thriller que a través de elementos cotidianos nos presenta una intriga con un ritmo pausado en un relato que carece de energía y que revela un misterio que si bien tiene efectos considerables en cuanto al alcance de las acciones del antagonista, no logra ser una verdad perturbadora que se asiente en el lector.