“Rambo: The Last Blood” pone punto final a la famosa saga de acción comenzada en 1982 y protagonizada por Sylvester Stallone, actualmente de 73 años.
En tan solo 89 minutos se narra la última misión autoimpuesta de John Rambo, quien se ha mantenido viviendo en un rancho de Arizona alejado de la acción; hasta que debe salir al rescate de su sobrina Gabrielle (Yvette Monreal), quien es presa de la trata de blancas mexicana. Rambo -o Juanito Rambo, como lo llamarán más adelante-, utiliza sus habilidades exhorbitantes para lograr encontrar a los cabecillas de la mafia a cargo de los actores españoles Sergio Peris-Mencheta y Óscar Jaenada, quienes someten a mujeres jóvenes a las drogas y prostitución. Es en este momento cuando se presenta una de las principales aberraciones de esta película: españoles hablando a lo mexicanote, con entonaciones y frases caricaturizadas, prehechas y sin mucho contenido; lo que podría haber funcionado bien hace 30 años, o incluso 20, pero que actualmente resulta inaceptable.
La narrativa de esta película es rápida, donde su protagonista nunca se enfrenta a mayores complicaciones; no hay cuestionamientos, impedimentos, ni obstáculos prácticamente, porque al parecer, así funciona Rambo. Entonces, el protagonista es golpeado por la mafia y rápidamente rescatado y recuperado por una periodista, la que por años ha perseguido a estos narcos y quien es fácilmente convencida por Rambo de ayudarlo. En una acción exitosa -por supuesto-, Rambo logra fácilmente el rescate de su sobrina, víctima de la tortura e intoxicación por drogas.
La segunda mitad de la película se destina a la venganza, donde a punta de excavaciones y toda una ingeniería de túneles de la muerte realizados bajo el rancho, se desarrolla la parte más lúdica y sanguinaria del filme, donde muere una veintena de hombres bajo balas, cuchillos, flechas, clavos y explosiones, mientras que Rambo sigue intacto. Solo al final del clímax, se lo puede ver con un balazo en el abdomen y otro en la clavícula -corriendo- mientras ocurre el enfrentamiento final con el cabecilla mexicano.
Rambo es una película que definitivamente debe ser bien vista solo por sus seguidores, porque es un trabajo imposible de mantener con dignidad frente al cuestionamiento; quizás por la poca experiencia en la dirección de Adrian Grumber, o bien, porque nunca tuvo pretensiones como obra cinematográfica, sino únicamente como instrumento para finalizar la saga de manera forzosa; un cierre prometido desde el año 2008 y sin embargo, filmado en solo 2 meses luego de 10 años.
Los megafans de Rambo podrán disfrutar de “Rambo: The Last Blood” desde este Jueves 26 de septiembre en las principales salas de cine chileno.