De la mano de Ediciones Urano, el sello de HarperCollins nos trae un thriller psicológico con La hija del pantano de Karen Dionne, una historia protagonizada por una joven nacida de un secuestro que debe cazar a su padre, por el bien de su familia y de todos.
No será la primera vez que doy caza a mi padre, pero voy a hacer todo lo que esté en mi mano para asegurarme de que será la última.
La hija del pantano nos ubica en la cotidianidad de la vida de Helena, una mujer adulta que ha conseguido una buena vida: tiene éxito en su negocio de mermeladas, es madre de dos niñas y se encuentra casada con un hombre que realmente la ama. Sin embargo, las cosas dan un vuelco cuando un recluso de la cárcel que queda a unos cuantos kilómetros de su casa, mata a dos guardias y huye. Un hombre que ella puso allí. Su padre, Jacob.
Si bien sabemos hacia dónde se dirige la historia, el libro combina dos tiempos: el presente donde vemos la caza que hace Helena a su padre, pero también nos vamos al pasado, con un relato donde conocemos la infancia y preadolescencia de Helena, donde su padre ocupa un lugar de veneración para su versión más pequeña. Para muchos, este puede ser un aspecto negativo, sin embargo, para Helena es todo lo que conoce y su madre -víctima del trauma- es un personaje relativamente ausente, lo que lleva a Helena a acercarse más a su padre. Así vamos viendo, como Jacob trata de engatusar a su hija y criarla tal como él quiere, convirtiéndola a su semejanza, pero Helena en un punto logra darse cuenta de la clase de persona que su padre realmente es.
En este sentido, la construcción de sus personajes está muy bien lograda, en el caso de Helena tiene un desarrollo coherente con su pasado, pero también con la construcción de su nueva vida, podemos empatizar con ella y también molestarnos porque aún siente cariño por su padre. Por otro lado, Jacob es un antagonista que realmente aporta al argumento del libro, pues al ser el principal obstáculo tanto para Helena de niña y la Helena adulta, los efectos de sus acciones se sienten en todo momento, y si bien en el presente no lo vemos hasta casi el final, su presencia tensiona el ambiente en el que el lector se adentra.
El gran “pero” es que la autora le da mucho espacio a la narración de los hechos, en lugar de mostrarlos con diálogos y acciones más directas. No se trata de que esté mal, pero sí puede llegar a cansar al lector. El ritmo general del libro es ágil, en tiempo de la historia, ésta ocurre entre uno a dos días, pero para quien se anime a leer, es mejor tomarlo con calma.
Ahora, el “extra” que tiene este libro es el correlato que se da con La hija del rey del pantano de Hans Christian Andersen, que complementa la historia de forma especial y nos permite entender de otra forma a los personajes de Dionne.
El hombre al que adoraba de niña. El que se ocupó de mí durante doce años de la mejor manera que pudo. El padre con el que no he hablado durante quince años. El hombre del que escapé hace tanto tiempo, pero cuya fuga acaba de destruir a mi familia
La hija del pantano es una historia que alterna dos tiempos de una historia, que por momentos nos puede abrumar, pero que con un ritmo constante nos lleva en un relato de crecimiento y entendimiento, de dejar de justificar y aceptar que hay personas que no cambiarán su naturaleza malvada.