Cada generación de adolescentes necesita una comedia que los represente. No obstante, desde los últimos años la lluvia de coming-of-age ha explorado el género con hermosos frutos sobre sus flores: “The Edge of Seventeen”, “Lady Bird” y “Eighth Grade” siendo los últimos ejemplos que la cartelera ha presentado. Si bien es fácil apuntar la infinidad de cintas de absurdo y estúpido humor que pretenden festinar con el bolsillo de los adolescentes, es indudable que atestiguamos una era dorada para el cine puberto. “Booksmart” es la última adición a esta lista de oro.
Dirigida como el debut de Olivia Wilde, quien previamente había destacado por sus roles actorales, la interprete toma las riendas de un proyecto liderado por mujeres. Desde un equipo de escritoras, hasta un elenco de talentosas actrices, y un sólido nivel de representatividad. La frescura del grupo se vierte en cada centímetro de metraje. Desde el primer instante el filme golpea contra los tropos, abrazándolos en un sentido casi paródico. El argumento es sencillo. Un par de muchachas interpretadas por Kaitlyn Dever y Beanie Feldstein (quien previamente había participado en “Lady Bird”) se han roto la espalda estudiando para llegar a la universidad que ellas quieren una vez se gradúen. Sin embargo, ellas se dan cuenta que han sido las únicas que han necesitado sacrificar su diversión en pos del estudio, así que durante una noche revertirán sus años de abstención intentando ir a la fiesta de un chico popular.
La historia no sirve más que como molde para el punto que el filme pretende ilustrar. Desde sus primeras escenas te invita a enamorarte de una infinidad de sub-historias relativas a decenas de personajes secundarios, cada uno de ellos igualmente entrañables. Las protagonistas irradian un hermoso carisma que arrastra al espectador a sentirse parte de la historia. Te importa su trayecto y que lleguen a destino. Entre la magnífica química que establecen entre ellas, no dudas por un instante que sean las mejores amigas en el mundo.
El humor se expresa con cálido movimiento. Entre chistes visuales relativos a una excelente dirección de parte de Wilde, como un centenar de divertidos intercambios de diálogos y libertades interpretativas. Con un borrador de argumento sobre el que desarrollarse, “Booksmart” se quita de la espalda el querer contar una historia completamente original, en pos de hacerla lo más divertida y carismática posible. La colorida banda sonora juguetea con los sentimientos de sus personajes, elevando los volúmenes y volviéndose una parte íntegra del metraje.
Aún cuando durante gran parte de la historia recorramos contextos disparatados –completamente ajenos a lo que un adolescente pueda vivir en realidad-, el universo se construye con tanta pasión que desprende cualquier sentido de duda. Te subes a la montaña rusa en que habitan los personajes y no quieres bajarte de ella por ningún instante. Cada secuencia es un mar de risas guiada por las protagonistas. Y con un muy natural sentido y propósito cinemático, “Booksmart” se desprende de las típicas comedias para adolescentes, cosa de contar una historia íntima y personal sobre lo que es olvidar las etiquetas y entender a cada ser humano como un completo conjunto de emociones.
Hacia el final, el humor se mezcla con un dulce sentido de pertenencia. Una rememorante carta de nostalgia a los años de adolescencia, con todas sus crisis y quiebres emocionales. De vez en cuando la película sacara de su bolsillo un par de giros medianamente forzados, cosa de permitir que el argumento avance, pero difícilmente quiebra la realidad del filme. Ya cuando entran los créditos solo puedes recordar el magnífico rato que pasaste junto a sus protagonistas.
“Booksmart” es de esas películas que se hacen con tanta pasión, amor, honestidad y personalidad, que se ganan un pase libre para hacer lo que quieran con sus historias. Cuando tienes un propósito, y una serie de carismáticos personajes, solo deseas verlos evolucionar. No quieres separarte de ellos, podrías ver horas y horas de estas personas sin aburrirte. Es el tipo de cine honesto y libre que existe con el mero propósito de impregnar su corazón en cada fotograma. Una carta de amor a crecer y entender qué es lo que te identifica como persona. No se pierdan la oportunidad de verla en una butaca, necesitamos más de estas películas en cartelera.