La verdad y las mentiras de Ella Black es un libro juvenil que trata de ofrecer un thriller basado en las búsqueda de la identidad y la lucha interna entre dos personalidades por el control de una vida que está a punto de cambiar.
“Quiero ser ella todo el tiempo; quiero hacer que deje de ser Ella Black para siempre y que yo pueda quedarme aquí en su lugar, en su cuerpo. Podría hacer lo que quisiera”
Al leer el argumento del libro escrito por Emily Barr, es posible hacerse una impresión de lo que tratará: una joven que descubre la verdad de su existencia y que lidia con una personalidad destructiva. La historia no es un misterio, pero puede llamar la atención en lo que refiere al desarrollo de ésta
Dicho esto, el inicio del libro tiene un buen arranque con una situación que puede incomodar el lector y que sitúa el misterio con un viaje repentino en el que conoceremos la verdad en torno a Ella Black. En términos argumentales, hasta ese punto, no hay mayor problema en la lectura, la autora tiene un lenguaje sencillo y directo en una narración rápida con la que es fácil avanzar.
Entonces, ¿cuándo empieza el problema?
Falta de consistencia en lo que sienta una de las bases del libro, una relación apresurada basada en una mirada y una protagonista cuya actitud resulta chocante.
Si bien en el libro no se dice de forma explícita, el “impulso destructor” como se presenta en la sinopsis y a juzgar por lo que se dice al final, el actuar de Ella se enmarca en lo que es el Trastorno de Identidad Disociativo de Personalidad, donde las personas que lo padecen pueden cometer acciones que no le son propias ante la existencia una segunda personalidad, esto es algo involuntario y que en su mayoría deja lagunas mentales ante la falta de recuerdos.
En el libro, en cambio, Ella puede dialogar con Bella e incluso acceder a que ésta tome el control para que la guíe en un camino destructivo, algo que es totalmente distinto a lo que en realidad ocurre y aunque exista este pacto entre lector -autor de creer lo que lee, este libro se sitúa en el mundo cotidiano, por lo tanto, debiese apegarse lo más posible a éste.
Por otro lado, nos encontramos con la “pareja literaria” que está formada por Christian y Ella. Ellos se conocen en el hotel que Ella se hospeda con sus padres y con una mirada, Ella descubre que es el amor de su vida y requiere de él como si fuera lo único que necesita para vivir -tal como lo describe en el libro. En el género juvenil, las relaciones amorosas suelen darse de forma rápida al principio, pero cuya base es la atracción, donde a lo largo de la historia estos sentimientos se van desarrollando y finalmente toman cierto sentido.
Sin embargo, en La verdad y las mentiras de Ella Black, los sentimientos que albergan Ella y Christian en ningún momento se siente real, porque la pareja es demasiado forzada y obedece más a una intención de hacer presente el leitmotiv del amor como se hace en los otros libros del género.
En este sentido, los personajes generales de la historia son demasiado idílicos, todos se ofrecen o entregan las cosas que Ella necesita, e incluso la “villana” lo hace, por lo que no hay matices entre ellos. No es extraño que la protagonista no pueda congeniar con los lectores, pero en este caso, Ella sobredramatiza las cosas, al enterarse de la verdad, al conocer a Christian, su actitud resulta chocante, algo que la autora justifica con que apenas tenga 17 años, pero al final termina siendo demasiado exagerado.
“No puedo ni mirarlos a la cara. Estoy en plena combustión. Ellos no lo saben, pero ya me ido. Sigo en este cuerpo aquí y ahora, pero he desaparecido”
La verdad y las mentiras de Ella Black es un libro que resulta poco creíble con una base argumental que presenta vicios ante la falta de consistencia de sus pilares -sea por falta de investigación o sólo dar suspenso- y personajes que no tiene mucho que aportar a una historia que no da para armar un libro.