Jamás creí que este día llegaría, tenemos una nueva película protagonizada por Mel Gibson y Sean Penn. Voy a tratar de separar el arte del artista lo más posible, podríamos discutir esto por horas y no llegaremos a una sana resolución. Viendo la película solo como una obra de arte e ignorando los elementos externos, la verdad es que estaba emocionado. Siendo completamente honesto nunca me había preguntado quién escribió el primer diccionario, es esa clase de cosas que uno solo asume que siempre han existido. En este film vemos como se dio inicio a esta monumental tarea así como la amistad que se resultó de esta, entre un asesino sentenciado y un académico que intentó poner todo un idioma en un libro.
La historia real, en papel, es fascinante. Hay personajes interesantísimos y la trama está llena de cosas remarcables, quizá demasiadas. Mi principal problema con está película es el foco, hay tantos elementos dando vuelta y tantas cosas que la película quiere decir, que siento esta se pierde un poco. El filme no se queda solo con la perspectiva del profesor detrás del diccionario o la del loco que ayudó a terminarlo; decidieron que querían ambas a la vez. La cinta dura 2 horas y sientes cada minuto de su duración.
Justo cuando te empieza a importar Sean Penn y todo lo que le pasa… ¡Bum! Cortamos a Mel Gibson y el diccionario. Y viceversa, cuando nos empezamos a meter en la trama de Gibson… pasamos de vuelta a Penn. No es que una fuera mejor o peor que la otra necesariamente, pero en términos de ritmo esto dañó mucho el curso del film. No es una película que propensa el avance de las escenas de una manera satisfactoria. Tanto Gibson como Penn hacen un trabajo bien bueno aquí, dan actuaciones bastante físicas y puedes ver que hubo mucho trabajo detrás de estos personajes. No puedo decir lo mismo de los papeles de Natalie Dormer y Eddie Marsan, quienes solo ocupan valioso tiempo en la pantalla.
Lamentablemente el filme suele caer en esto de “los personajes se están gritando lo que significa que la escena es dramática” y culpo al director Farhah Safinia de esto. La película en general se siente libre y descontrolada, sin foco. En vez de reducir y esforzarse en hacer ciertas cosas de manera excelente, la película quiere hacer de todo y lo hace ok. Por algún motivo el director aprobó el uso de material de archivo que parece grabado en VHS, la calidad y resolución de la película bajan radicalmente durante el uso de estos planos. No me puedo imaginar a un director con absoluto control aprobando algo así.
“Entre la Razón y la Locura” es una oportunidad perdida más que alguna especie de insulto cinematográfico. Hay elementos de la historia que son legítimamente fascinantes y la dupla protagónica se nota que lo está intentando al máximo, sin embargo si no son aficionados por la historia o no les llama la atención el tráiler me costaría mucho mucho recomendarles esta película. Ubicaré a “Entre la Razón y la Locura” en el lugar número 26 de las 46 películas que he visto de 2019. Arriba de “The Aftermath” y debajo de “Five Feet Apart”.