¿Qué hace un peruano viendo un recetario chileno?
Me dijo un amigo cuando me vio leyendo el nuevo recetario de Juan Pablo Mellado, “Hecho en Chile”. Y aunque no soy de responder con preguntas, esta vez creo que lo ameritaba.
– ¿Por qué no podría ver uno? -, respondí con mirada inquisidora.
Su respuesta es la que muchos de ustedes se imaginan. Algunos minutos repitiendo frases por demás escuchadas -y tal vez por ustedes también dichas- con todo el compendio de la Leyenda Negra de la Gastronomía Chilena. En conclusiones, el chileno es “fome” y no tiene gastronomía propia. -Paradójico, “Fome” en portugués es hambre, o sea, el chileno es pura hambre-
Y como ya me había leído de pies a cabeza esta joyita de libro, tuve una buena cantidad de argumentos para refutar su sentencia. Y es que “Hecho en Chile” es más que un recetario. Es un libro que puede estar en la cocina, en el librero o en el centro de la mesa del living. Es un trabajo que contiene horas y horas de observación, investigación, kilómetros recorridos, conversaciones para dar como conclusión que sí existe una cocina chilena; es más, existen varias cocinas chilenas.
El hecho de quien escribe -o sea, yo-, sea un peruano nacido en Chile a los 21 años, podría mostrar una perspectiva diferente a la de un chileno al tomar este libro en sus manos. Cuando pensaba en esto, en varios momentos me acordé de la rutina de Jorge Alís, el humorista argentino que recientemente triunfó en Viña. Paso a explicarme.
Suele pasar que el chileno toma conciencia de su ser, hábitos y taras de chileno cuando un extranjero se lo dice, más aún, si usa la “talla” para graficar el asunto. No sólo lo piensa, lo dice. Y así partió la conversación con mi amigo, usando buena parte del Decálogo de la Gastronomía Chilena que Mellado incluyó en su Manifiesto al partir su libro.
El chileno piensa que la comida no es parte importante de su identidad. ¡Error! Si en Perú los nombres de las comidas se usan para nombrar cotidianamente algo como “Causa” al amigo, “Cau Cau” a un problema, “Camote” a algo que quieres mucho, “Yuca” a algo difícil, etc. En Chile no deja ser igual o hasta más. Sino pensemos que “a los choros me los como con limón”, allá “donde pica la Jaiba” porque este “loco” es muy “sanguchito de palta” y casi siempre se “va al chancho” pidiendo “pollito al velador”.
¿Lo entendieron? ¿Lo dicen? Bueno, es parte del trabajo de Mellado, darle o darnos a conocer el lugar que tiene la comida chilena en los chilenos.
Y ese es otro punto importante. El valor que le damos a las cosas, y lo explica Mellado con el noble y sencillo postre del Turrón de Vino. Dice Mellado -y yo le creo- que uno podría pensar que este postre es original de Francia, pero el Chef lo desmiente asegurando que es completamente chileno, porque si los franceses lo hubieran inventado tendría fama mundial. Creo que no merece explicación ante tal astuta sentencia.
La comida para el chileno no es lo que piensa el chileno de ella. Es más. No se es chileno si en un día de lluvia no se apetece de una sopaipilla. No se es chileno si en verano no se antoja de un pastel de choclo o una humita. No se es chileno si alguna vez no ha propuesto un asadito o comido Completos en alguna fiesta infantil. Y podríamos sumar y sumar.
Entonces, estamos ante una joyita, la Biblia de la Gastronomía Chilena con sus respectivo Génesis, Decálogo, dividido en dos testamentos: el cariño y el sentido común; y el anuncio de la una Buena Nueva: Las Comidas Chilenas.
En conclusiones. Lea, haga, coma y disfrute. Les apuesto que sentirán la marraqueta más crujiente después de leer unas páginas.
“!Vayan a todo el mundo y anuncien las Cocinas Chilenas!” Hecho en Chile, Capítulo 1 versículo 11.