Hay ciertas películas que, creo, es imposible no describir usando objetos. Ya sea la fotografía, el guion o la dirección, el ambiente de la película parece estar diseñado desde el inicio para acercarse a las sensaciones que estos objetos producen. Si “Primer” se siente como un antiguo cuaderno de matemáticas, o “La Casa Lobo” es esa cinta adhesiva que cortas pero que se arruga antes de poder usarla y luego debes botarla; “Un Ladrón con Estilo” es una manta calentita, pero una vieja, esa que llevas usando por años y que de solo pensar en ella ya te sientes un poco más tibio.
No soy el primero en mencionarlo, pero “Un Ladrón con Estilo” es la definición de “encantador”. Si buscas esa palabra en el diccionario debería aparecer el poster de esta película. David Lowery, el director del filme, continúa su exitosa y humanista filmografía. Hay tanto amor por los personajes que es infeccioso. Lowery no está preocupado en hacer una película de robos, sino en la gente detrás de estos. Es más, la cinta omite en muchas ocasiones los robos en sí, la carne de la película está en los personajes.
Una de las cosas que más adoro de “Un Ladrón con Estilo” y de Lowery en general, es que lo hace lucir tan fácil. Esta película luce y se siente sencilla, con su ritmo calmo y personajes entrañables, pero no lo es. La película esta filmada en 16mm lo que ya le da personalidad a la imagen, Lowery demuestra un claro dominio del lenguaje cinematográfico usando los diferentes tipos de planos y movimientos de cámara de maneras creativas y efectivas, y lo más importante, comprensión y empatía por sus personajes pero sin caer en un amor ciego por ellos. Hacer que te caiga bien un criminal ya es difícil, pero hacerlo y aún así mostrar el daño que sus acciones causan a la gente a su alrededor; es algo que creo pocos pueden hacer.
Este es el show de Robert Redford y vaya “despedida” que ha sido esta película. Personalmente dudo que sea lo último que veamos de Redford en la gran pantalla, pero si lo es, es una gran manera de dejarla. Hay un montaje hacia el final del film que legítimamente me emocionó pensando que esta podría ser la última vez que vemos al fundador de Sundance en el cine. Es un homenaje no solo al actor sino a un tipo de cine que ya no existe y no lo hace con resentimiento.
“Un Ladrón con Estilo” no mira al pasado diciendo que “todo fue mejor” o resintiendo lo que ahora es popular. Al contrario, lo hace aceptando que la vida ya no es simple como antes y eso está bien. Los tiempos cambian y hay gente que no puede hacerlo, como el protagonista. Es esta paz en la presentación del filme la que creo que me recuerda tanto esas mantas antiguas. Es acogedor, tierno y trae toneladas de recuerdos. Todo está bien y seguro dentro de la manta, lo que no significa que afuera todo esté cambiando a cada segundo.
Si buscan algo con un ritmo más calmado o simplemente aman a Redford o Lowery, recomiendo mucho “Un Ladrón con Estilo”. No es particularmente transgresiva o novedosa como película en general, pero lo que hace lo hace con habilidad y confianza, cómo podría molestarme algo así. Gracias por todo Robert. Ubicaré a “Un Ladrón con Estilo” en el lugar número 25 de las 155 películas de 2018 que he visto, arriba de “Mandy” y debajo de “A Star is Born”.