La niña que salvó los libros de Klaus Hagerup y Lisa Aisato es otro libro que he estado esperando y que no entiendo muy bien por qué he estado esperando tanto tiempo para leer, porque debí haberlo pedido a Booky. La narración de Klaus Hagerup, las maravillosas ilustraciones de Lisa Aisato (pincha aquí para ver su portafolio) y el tema “bookholic” suena como una combinación insuperable.
Sinopsis: Anna tiene casi 10 años y le encanta leer. Le gusta tanto que Monsen, el bibliotecario, se ha convertido en uno de sus mejores amigos.
Un día, su amigo le cuenta a Anna qué sucede con los libros que nadie quiere tomar prestados de la biblioteca. Estos libros desaparecen, se destruyen. Pero, ¿qué ocurre con quienes viven dentro de esos libros, se pregunta Anna, desaparecen también? La idea de que todo ese mundo mágico y sus habitantes se pierdan para siempre se le hace insoportable.
Y es entonces cuando Anna emprende un extraordinario viaje con una misión que nadie ha logrado hasta entonces: salvar a los libros del olvido.
Mi principal objeción es la siguiente: la operación de rescate de Anna comienza cuando la bibliotecaria Mrs. Monsen dice que la misión de Milton Berg es destruir todos los libros que no están prestados y que deberían leer más. Pero a mitad del libro, esa motivación desaparece para descubrir cuál debería ser el final y quién es la autor de un libro que la Sra. Monsen le hace leer a Anna… cuando en realidad tiene la intención de tomarse un descanso porque ha leído tantos libros (hey, yo paso por eso todo el día entre lo que debo estudiar por mi trabajo de gestión y mi afición) … como un no-préstamo en un corto tiempo.
No voy a revelar lo que sucede con esa búsqueda, pero la misión “asegurarse de que los libros que nunca se toman prestados sean prestados y se lean y, por lo tanto, no se destruyan” desaparece por completo. No habrá una solución para los libros olvidados, y a menos que Milton Berg haga el trabajo de destruirlos, el administrador de la biblioteca probablemente hará que alguien más lo haga. Si el libro se hubiera llamado “La niña que temía envejecer” en su lugar, podría no pensar que lo hizo tanto, pero el titulo pierde peso, ya no rescata los libros, sino EL LIBRO.
La otra objeción es un poco vaga, pero todo se vuelve un poco demasiado simple. Es decir, en cierto sentido y que los autores se han sentado y han pensado qué elementos deben incluirse para que todos los amantes de los libros se enamoren del libro. Así que no creo que sea así, porque solo mantiene algunas cosas y tiene pasajes lacrimosos pero excesivos y no consecuentes.
Entonces, sí, amé y odié el libro por partes iguales.
Las ilustraciones son perfectas y revelan mucho del interior de un lector, pero la historia se pierde y por lo tanto la magia de las ilustraciones, también.
No es un libro malo. La historia encanta, tiene una moraleja sobre el miedo al paso del tiempo y a ser olvidados o desechados.
Definitivamente, un libro que pretendo conservar, incluso cuando los libros que tenemos por el bien sobrinos, estudiantes, etc., se mantienen, se limpian y se donan a nuevos lectores. Pero, sí, estoy decepcionada con la mitad de la historia.