Voy a contradecirme respecto a que diré en el resto de los párrafos, pero creo que sirve al menos como marco de referencia. Prácticamente todo el cine estaba llorando al final. Los mocos y lágrimas corrían por los pasillos de la sala y cada cinco segundos escuchabas como alguien se limpiaba o trataba de aspirarlos de vuelta a sus cavidades nasales. Lamentablemente creo que tuve una reacción bastante distinta a esta película.
Muchas veces suele pasar que salen dos películas en un mismo año con conceptos muy similares. Lo hemos visto con Armageddon e Impacto Profundo, Antz y Bichos, Olympus Has Fallen y White House Down, etc. Y este año la competencia está entre Beautiful Boy y Ben is Back, ambas siendo historias de chicos con problemas de drogas que terminan por involucrar a uno de sus progenitores. Beautiful Boy va por el acercamiento más artístico se podría decir, es más calmada, quiere lograr un impacto emocional mayor y básicamente desde el minuto uno te dice que esta es una película que busca todos los Oscars. Ben is Back es más tradicional en como aborda su tema, pero también creo, la más exitosa.
Sé que muchos críticos usan esta frase, pero creo que hay una buena película enterrada en las dos horas que dura Beautiful Boy. Ver este filme fue una muy frustrante experiencia porque puedes ver el talento invertido aquí. Personalmente se sintió como ver buenas escenas en orden aleatorio, lo que impidió que tuviera una reacción emocional a ellas. Supuse que lo que buscaban era simular lo que sería ir recordando estos eventos desde el presente, casi como dar un paseo por el cerebro de Steve Carrell, recordando momentos y acontecimientos semi-conectados. Pero luego la película deja de hacerlo y se convierte en una narrativa normal, por lo que me quede sin una explicación respecto al motivo de esta presentación.
Esto hizo mucho más frustrante la lineal y más tradicional segunda mitad de la película, donde vemos las recuperaciones y recaídas de Timotheé Chalamet. La película te condiciona a creer que el personaje adicto mentirá y engañará con tal de obtener lo que quiere, por lo que cada vez que lo veíamos en sus momentos “buenos”, me era imposible creerlos. Solo estaba esperando que cayera de nuevo. La forma en que la adicción es mostrada aquí se siente tan superficial y simplificada, no he aprendido nada nuevo sobre como esta enfermedad funciona luego de ver este filme. No digo que la película busque enseñar, pero todo lo que vi en Beautiful Boy lo he visto mejor ejecutado en otras películas.
Pero lo que más me molestó de esta película tomó lugar en su tercer acto. Donde siento que la película empieza a manipular más que a ganarse sus momentos emotivos. Creo que la escena que mejor representa esto es un accidente cerca del final del filme, donde un personaje muy cercano a Chalamet casi muere por su culpa y la película te pide que sientas pena por esto. Sin embargo es un personaje que apenas tiene líneas en la película y que con suerte sabemos su nombre o personalidad. Ahí fue cuando me di cuenta, que fuera del dúo principal, casi ningún personaje es desarrollado o profundizado, ninguna de las mujeres en esta película lo son al menos, ya solo quería que terminara.
No quiero sonar como que esta película es lo peor del mundo, tiene bonita fotografía, la cual en manos de otro director habría sido poco saturada y fría para representar la adicción. Hay excelentes actuaciones infantiles y creo que Carrel y Chalamet hacen un buen trabajo la mayoría del tiempo. Pero cuando te das cuenta que no mucho pasa en la película, que el personaje de Carrell no cambia ni progresa durante la mayoría del tiempo, que no te crees la mitad de las escenas con Timotheé y que más encima tienes estos saltos temporales sin sentido; no pude evitar darme cuenta de lo repetitiva, simplista y superficial mirada a la adicción que es Beautiful Boy.
Vean “Ben is Back” cuando se estrene en marzo, hay estrenos esta semana para ver. Aunque como les dije, igual la mitad del cine estaba llorando, así que qué se yo. Ubicaré a “Beautiful Boy” en el lugar número 68 de las 146 películas de 2018 que he visto, arriba de “Destroyer” y debajo de “Au Poste!”.