Walter Benjamin, Franz Hessel o Marcel Proust: los hombres siempre han caminado como “flâneurs” a través de las principales ciudades de Europa. Un nuevo libro celebra a la mujer “Flâneuse” y muestra que pasear hasta este día es un acto emancipador.
Pronto, Lauren Elkin comienza a pasear durante horas por las ciudades y, en su inocencia juvenil, primero cree que ha inventado la inmensa caminata, aparentemente sin rumbo. Pero como no solo camina mucho sino que también lee mucho, pronto se da cuenta de que comparte su pasión con otras mujeres, con escritores y artistas. Virginia Woolf, Georges Sand, Martha Gellhorn, Sophie Calle y Agnés Varda.
Porque, de acuerdo con Lauren Elkin, a diferencia del flaneur, de ninguna manera era una cuestión de la conquista del espacio público. Las mujeres de la calle eran sirvientas o prostitutas hasta fines del siglo XIX. Fueron las metrópolis del siglo XX las que dieron a las mujeres la oportunidad de ser participantes y observadoras de eventos urbanos como aspirantes y de usarlas para ellas mismas. Como Virginia Woolf hizo en Londres, la ciudad donde se convirtió en parte del legendario Bloomsbury Group.
Pero Lauren Elkin no deja de seguir sus modelos históricos en el verdadero sentido de la palabra. Ella conecta sus historias con las suyas, nos permite compartir sus impresiones y pensamientos personales. Habla de seres desafortunados, de situaciones precarias de la vida, de la búsqueda del sentido de la vida. Su motor es el movimiento permanente, no solo en la ciudad, sino en todos los continentes. Así que trata de escribir una novela en Venecia y se desplaza por un tiempo de amor entre París y Tokio.
Lo que vuelve a cerrar el círculo, porque Lauren Elkin, la estadounidense que camina, ahora vive en París. De una manera ligera y de ninguna manera superficial, ella explora en su libro cómo las mujeres han conquistado las calles de este mundo y aún tienen que conquistarlas. Lauren Elkin, nómada entre los continentes, hace de su propia vida un objeto de reflexión sobre el carácter de una verdadera flâneuse, caracterizada por el coraje y una actitud política. Porque no hay espacio, ni tampoco el público, es neutral, e incluso en el siglo XXI sigue siendo un acto feminista en algunos lugares para conquistar conscientemente este espacio. Así es como Lauren Elkin llega a la conclusión:
“Una flânerie femenina, una flâneuserie, no solo cambia la forma en que nos movemos en el espacio, sino que interviene en la estructura del espacio en sí. Exigimos nuestro derecho a perturbar la paz, a observar (o no a observar) la paz y a ocupar espacio en nuestro camino (o no a ocupar) para estructurar (o destruir).
El hecho de que Lauren Elkin omita a Berlín en sus viajes alrededor del mundo, por supuesto, es extremadamente desafortunado, sin duda habría mucho que decir sobre las mujeres que pasean. Pero quién sabe, ahora que Flâneuse está en el mundo, pronto podrá encontrar un biógrafo para su hermana de Berlín. Hasta entonces, con Lauren Elkin y sus modelos a seguir, estaremos paseando por Nueva York, Tokio, Londres, Venecia y, por supuesto, París.